Por John The Other
Ha pasado una década en el siglo 21, la cultura Occidental
opera por una negación explícita de algunos hechos obvios. Los hombres y los
niños son ciudadanos de segunda clase. Esto es muy evidente en un gran número
de factores medibles.
Los infantes varones son sexualmente mutilados en forma
rutinaria, y los tejidos recolectados son usados, entre otras cosas en cremas
cosméticas para las arrugas para mujeres. [1][2]. De hecho, los hombres son tan
despreciados que al menos una compañía ha abandonado hacer experimentos en
animales a favor de hacer experimentos en los tejidos recolectados de infantes
varones mutilados[3]. La prisión para las deudas, a pesar de ser formalmente
ilegal por más de un siglo, todavía existe solamente para los hombres
[4][5][6][7] quienes han sido perjudicados por el corrupto sistema de las
cortes de la familia. Los programas de violencia doméstica con mayor cantidad
de fondos públicos se enfocan exclusivamente en la victimización de las
mujeres, el grupo demográfico sexual que ha tenido menor victimización, implícitamente
promoviendo el escalamiento de la violencia en contra del grupo demográfico que
ha sido mayormente victimizado; los hombres [10].
Proveer propósito para este debate está fuera del propósito
de este artículo. El hecho de que la marginación de los hombres está siendo
apoyada por algunos de los ejemplos previamente mencionados, pero está
establecido y se asienta en una fracción sustancial de lo que contiene este artículo o este blog,
con más de 300 artículos.
¿Cómo llegamos aquí? La ideología supone victimización
femenina así como el imaginario dominio masculino en la sociedad occidental y
ese ha sido el espíritu de los tiempos por al menos medio siglo. En nuestro
camino al presente, es importante notar algunas de las fracturas culturales
mayores.
Históricamente, los protectores de la sociedad han sido los
hombres. Eso significa los protectores de las mujeres, los niños, los viejos y
los enfermos han sido los hombres. En los lugares públicos, la presencia de los
hombres quienes hacen sus asuntos siempre han sido algo beneficioso para la
seguridad de todos los demás.
Los hombres, por su parte, casi universalmente han aceptado
su rol de guardaespaldas de-facto con el orgullo como un elemento de la
identidad masculina. Adelantándonos unas cuantas décadas con un loop contínuo
de la aclamada cultura del rap, la histeria de la pedofilia y la realidad
masculina que una acusación susurrada de un extraño anónimo destruye una vida,
una carrera, una familia y un futuro. Entonces demuestren a los hombres la voluntad
de un segmento mayor del público femenino a permitirse este deporte sangriento
por motivos que van desde el aburrimiento hasta la venganza.
Heidi Jones fabricó el fantasma de
la violación en contra de ella para ganar atención [11]. Nafissatou Diallo
acusó fraudulentamente a Domenique Strauss Kahn en una estrategia pagada para
destruir su carrera política.
De acuerdo con Amy Davidson en el
New Yorker: “La señorita Diallo es la primera acusadora en la historia en
conducir una campaña en la prensa para persuadir al fiscal para que ponga
cargos en contra de la persona a la cual ella quiere quitarle dinero. Sus
abogados y consultores de relaciones públicas han orquestado un número
imprecedente de eventos en los medios y conferencias para generar presión en el
caso del fiscal después de que ella tuvo que admitir los esfuerzos
extraordinarios para manipularlos.” [12]
Julian Assange fue acusado
fraudulentamente de violación porque él avergonzó al gobierno americano. Amanda
Knox[13] acusó a un hombre inocente de violación porque ella estaba enojada con
uno de sus parientes sobre una deuda menor. Estos, junto a cientos de otros
casos que llegan a las noticias cada año envían un mensaje claro como el
cristal. Los hombres son habitualmente enviados a prisión y destruidos con
facilidad, pasado en nada más que palabras. Nicola Osborne, 32, de Winchester
Road, Portsmouth, Hampshire fabricó una violación para cubrir su propia
infidelidad matrimonial. [14]
La provincia canadiense de Ontario
es uno de los pocos lugares donde las acusaciones falsas de violación son
rastreadas estadísticamente por las fuerzas del orden público. En esa provincia
en un año, se hicieron más de 2235 acusaciones de ataques sexuales que no sólo
se probó que no había evidencia del asalto, sino que se probó que eran
definitivamente falsas[15].
Agrega a este clima de acusaciones
falsas los esfuerzos organizados de ideólogas de eliminar el juicio justo [16]
y la presunción de inocencia para los hombres, y tenemos una cultura verdaderamente
hostil con los hombres. Si esto no fuese suficiente, también tenemos una
cultura en los medios que celebra la violencia dirigida a los hombres y trata a
las criminales que cometen actos de violencia dirigida a los hombres como
casi-celebridades. Lorena Bobbit y Katherine Becker son dos de los ejemplos más
claros de esto.
Agregando más en este es la
horrible y extraordinaria ética pública que se ha hecho común, los pilares
respetados de la sociedad entran en discusión sobre modificación genética
dirigida a los hombres e infanticidio en masa para los niños. Las autoras,
profesoras, cuidadoras de niños, políticas y otras que orbitan el club de
asesinatos de Pamela Oshaugunessy [17] continúan revelando que aceptan la
violencia dirigida a los hombres es un valor comunitario para una gran fracción
de la población femenina.
Todo esto, por supuesto, no es
suficiente. Tomen cada argumento hecho por miembros del movimiento de los
hombres, enfrentando los problemas listados arriba y más, y comparen esos
argumentos en contra del otro lado del debate. Desde los campos en contra de
los derechos de los hombres, hay burlas, acusaciones, amenazas y varios
intentos para avergonzar y censurar. También hay, desde la mayoría del público,
hay un gran silencio y una gran indiferencia.
Los hombres están, por supuesto
esperados que se desempeñen como siempre. Que persigan las carreras de modo que
como hombres buenos y satisfechos podamos pagar por los pañales, anillos de
diamantes y el derecho general de hacer lo correcto para las mujeres en
nuestras vidas. Hay un género nuevo de literatura dedicado a motivar a los
hombres para que regresen a proveer, proteger y morir cuando sea conveniente.
El libro Guyland de Kimmel y el Child Man In The Promised Land de Hymowitz
siendo ejemplos de este género.
Penny Nance, la gerente general de
las Mujeres Preocupadas de América ha hecho una carrera de ser tutora de la
fracción creciente de hombres que reconocen que el rol masculino de mueble
desechable ya no es viable. De acuerdo con nance “Tenemos un problema creciente
sobre los hombres que se alejan de las familias, de los niños y necesitamos preocuparnos
como una nación. Necesitamos animarlos a que lo logren y es esencial que estén
presentes en la familia.”[18]
En su entrevista con Fox News,
ella deja esto muy claro, diciendo “Los necesitamos, todas las ciencias
sociales juntas señalan al hecho de que los padres son esenciales en el hogar;
son esenciales en la familia. Queremos que hagan un gran trabajo cuando son
jóvenes, aprendiendo como proveer de modo que cuando sean papas estén ahí para
sus familias.”
Nance culpa del fenómeno de los
hombres que se salgan del matrimonio como una falla en los hombres en “crecer”
y conformarse en ser lo que ella entiende como un “hombre bueno,” pero si es
que este es un engaño consiente para avergonzar a los hombres para que se
sometan – o si es una simple falla de comprensión por parte de Penny – es
irrelevante.
Lo que es abundantemente claro es
el espíritu de la desechabilidad-masculina del feminismo moderno, se requiere
una nueva ética de supervivencia masculina para cada hombre con la agudeza
mental para valorase a sí mismos como seres humanos que se determinan a sí
mismos, en lugar de ser artefactos desechables, proveer trabajo, esperma y
violencia para el beneficio de las mujeres.
El contrato social entre los
hombres y las mujeres se ha roto. La guerra en contra de los hombres dirigida
por las feministas en nuestra sociedad, perseguida durante las últimas décadas,
ha quemado, bombardeado y destruido el suelo en el que el antiguo acuerdo entre
hombres y mujeres. A todos, incluyendo las mujeres socialmente conservadoras les
tiemblan las manos sobre la idea de que los hombres se salgan del matrimonio y
estén consientes de la apropiación de este contrato social.
Para los hombres, una nueva ética
de supervivencia se ha vuelto una necesidad y esa ética tiene elementos que
disturban y aterrorizan a aquellos quienes han invertido mucho en mantener el
status quo. Para ser claros, eso significa individuos que han invertido en la
continua destrucción de las vidas de los hombres para la conveniencia de todos
los demás.
Una descripción completa de esta
ética no es el punto de este artículo y ciertamente para otros hombres auto
actualizados, la solución varía en sus detalles. Sin embargo, un factor común
para la mayoría de los hombres que se salen de la masculinidad tradicional que
alienta la desechabilidad masculina va al menos tener los siguientes elementos:
para conveniencia, esta ética masculina emergente está catalogada con una
expresión creada por Paul Elam, Masculinidad
Zeta.
La Masculinidad Zeta no contiene
más aceptación de la violencia personal. Esto parece ser nada impresionante al
principio, hasta que se entiende que afuera de la nueva ética masculina de auto
actualización – se espera que los hombres generen y absorban la violencia
personal a favor de las mujeres y de los niños así como a favor de los hombres
de alto estatus. Esto está grabado por la evolución en el cerebro de los
hombres como protectores desechables de la familia, la comunidad y de
poblaciones más grandes, los protectores de sociedades. Para los hombres
alertas a la realidad social de que son seres humanos despreciados, y que son
sólo valorados como artefactos desechables, un rechazo total de aceptar y
absorber la violencia, o no generar violencia por ninguna razón excepto protección
personal es probable que sorprenda a los hombres que se someten a la sociedad y
a las mujeres.
Dependiendo en la presentación de
esta no violencia – los hombres que rehúsen su propia desechabilidad son
llamados cobardes, o no hombres de verdad. En el desprecio más desesperado de
racionalización de los conservadores sociales – esta no violencia es caraterizada
como un apoyo a la violencia. Estas respuestas son basadas en miedo de la
pérdida de protección por los hombres previamente desechables o simplemente la
falla estúpida por entender una ética masculina de no violencia. En cualquier
caso – la falla yace con la crítica, y no se ofrecerá ninguna disculpa ni
explicación. Los hombres Zeta no le deben nada a nadie.
Esto significa que las mujeres y
los hombres de mayor estatus pueden aprender a abandonar sus suposición de que
los hombres a su alrededor los van a proteger o ayudar a imponerse. Es probable
que ni las mujeres ni los hombres de mayor estatus van a aprender nada en el
corto plazo, pero los hombres Zeta van a mostrarse indiferentes al dolor
experimentado por ambos grupos durante la curva de aprendizaje.
La masculinidad Zeta también
contiene el abandono del auto-sacrificio por obtener una carrera y estatus. Lo
que significa que el creciente número de hombres adoptando la emergente ética
de la masculinidad Zeta están rechazando la era antigua de utilización femenina
de los hombres como objetos de éxito. Si las mujeres como grupo demográfico
pueden aprender a valorar a los hombres como seres humanos en un cálculo
separado de sus billeteras, autos y carreras prestigiosas de alto poder. Sin
embargo, nadie espera que esto suceda, y las mujeres ya están lloriqueando en
blogs, periódicos y comentarios sociales de programas de charla y pueden seguir
quejándose sobre el síndrome de Peter Pan hasta que ellas se les pongan la cara
azul. A los hombres Zeta no les importa, porque sabemos que el juego está
manipulado en para que los hombres ganen, provean y mueran – y eso no es
atractivo.
Argumentos en contra de esto:
“pero no vas a atraer mujeres sin un cheque respetable” son notadas con
anterioridad, y la verdadera respuesta es que este no es un problema para nadie
excepto los conservadores sociales y las feministas que han invertido en
mantener el rol de proveedores desechables. A los hombres Zeta no les importa.
Ese viejo juego de sacrificio y muerte temprana no vale nada. Ya no vamos a
pagar por nada de nadie, y no nos importa que hace esto al final de la línea de
Saks en la quinta avenida, o Wells Fargo o Exxon. No nos importa, en lo más mínimo. Lo que los
hombres Zeta entienden con terrible claridad es que el rol establecido,
aceptable y respetable para los hombres de protector y proveedor es lo que
impulsa a una cultura que se alimenta de los cadáveres de hombres “buenos” y
desechables.
Hay una tabla más en esta
plataforma que es importante mencionar. Los hombres Zeta cada vez son más
cuidadosos de sus contribuciones biológicas a la creación de bebes. Las cortes
de la familia, exceptuando unas cuantas reformas recientes es ciertos estados
específicos – han demostrado un completo mandato corrupto de apropiación de la
riqueza de los hombres quienes han contribuido sus cromosomas en el proceso de
procreación. El problema es que a pesar que se requiere que una ley tolere y
respalde los derechos reproductivos que sólo mas mujeres disfrutan, los hombres
no poseen ni derechos ni elecciones.
La única respuesta cuerda a esto
es ejercer cautela extrema en el desecho del semen. Sin un monto gratuito de
detalles, el resultado es un número creciente de hombres que se rehúsan en
impregnar mujeres. Ciertamente la gran mayoría de hombres continúan cayendo
ciegamente en la trampa de bebes, pero esto es probable que cambie rápidamente
con el surgimiento de nuevas tecnologías de contracepción masculina.
¿Qué va a pasar cuando sin hombres
dispuestos a dar combustible para esta máquina? El sistema va a colapsar a
adaptarse a una ética moderna que no requiera desechabilidad masculina.
Cualquier sea el caso, los hombres Zeta están preparados para sobrevivir y
adaptarse. El resto de ustedes están solos.
Nosotros
vamos a tomar los primeros asientos en los salvavidas también. Gracias por
preguntar.